Echar renuevos y no extirpar.
El camino se ha ido fraguando poco a poco y se ha pasado de una Europa indefendible a una América que germina entre los escombros que dejaron la rabia y la superioridad racial que caracterizaron la llegada de los blancos a estas tierras, sin faltar la venia bendita de Dios que por medio de sus mensajeros; franciscanos, jesuitas, dominicos, etc., se fueron encargando de “humanizar” estos pueblos salvajes por medio del bautismo y la predicación del evangelio.
En medio de todo este
alboroto de largos siglos, surgen voces llenas de esperanza que manifiestan que
otro mundo es posible. En palabras de Césaire, (2006) “lo que precisamos es
crear una sociedad nueva, con la ayuda de nuestros hermanos esclavos”. Se quiere
construir a partir de lo que ya se tiene (esclavos), sin rechazar la identidad
adquirida o heredada (eurocentrismo), tampoco se quiere dejar a un lado la
conciencia colectiva presente en todos los hombres y mujeres que son fruto de
este proceso devastador de la conquista, es más, ese precisamente es uno de los
elementos más valiosos pues en esa conciencia radica lo que realmente es el “indio”
y el “ladino” (si se quieren hacer divisiones), pues el natural de hace cinco
siglos no es el mismo que el ciudadano de ahora, ¿entonces qué es? o ¿quién es?
Estas serán las interrogantes a las que se les intentará dar respuesta en este
trabajo.
Además, es preciso dar
cuenta de que lo que se quiere, en palabras de Cesáire, (2006) es “echar brotes a
partir de lo que somos y no extirpar aquello que nos hizo esto que somos”. El
natural tuvo que aceptar a fuerza de latigazo, bautizo y sometimiento que el
conjunto de relaciones de convivencia le fueron dando de alguna manera conciencia
de las cosas que componen su “nuevo mundo” y cómo él tenía que relacionarse en
este y a su vez de este modo se fue construyendo su identidad (Echeverria,
20013). Pero ¿la identidad de quién? ¿la identidad del indio o la del ladino? Martínez,
(1994) intenta dar una respuesta a esto cuando dice que “la opresión hizo al
indio”, en ese momento se configuran dos identidades, la del opresor y la del
oprimido. No se entienden uno sin el otro, o como indica Böcker, (2009) “para
que haya un indígena tiene que haber un ladino”. Por ende, se habla de la identidad de ambos y de un solo grupo a la vez; los nuevos habitantes de América.
Esto es vital tenerlo en
cuenta, pues no se puede construir sin cimientos, el nativo guatemalteco (para
aterrizar más las ideas), tiene que reconocerse como el fruto de la mezcla que
han provocado los más de 500 años de su convulsa historia, lo cual no le tiene que
llevar a repudiar vilmente aquello que le fue impuesto o a morir de nostalgia
por aquella “identidad pura” que tenía antes de la invasión española. No, pues
ambas actitudes serían infructuosas y pérdida de tiempo. Lo que corresponde a
estos pueblos, es conocer su identidad, aceptarla y construir con ella. Solo
así la vieja dicotomía de “negros”, y “blancos”, “esclavos” y “libres”, se irá
rompiendo, no por arte de magia sino por el grado de integración al que se
espera llegarán un día.
Lo esencial como
identidad
Se pueden decir muchas
cosas sobre la importancia de que el guatemalteco hoy reconozca su identidad
como fruto de los muchos años de “sincretismo-imposición cultural”. Pero, lo
que se quiere rescatar acá es que se deben revalorar los elementos que unifican
estos pueblos y no tanto lo que los divide, pues "todos somos hermanos a pesar
de los viejos prejuicios de la cultura, que tienden a la segregación" Dávila, (2023).
No obstante, para integrar
todos estos elementos se debe tener bien claro lo que el nativo es y todos aquellos
elementos que no se podrán separar de su naturaleza inherente como hombre, a
pesar de toda buena intención que se tenga. Hablo especialmente de la etnia
como aquello que constituye lo más esencial del individuo y que ni él, ni la historia o fenómenos social alguno puede arrebatarle. Según Gallo, (1996) “la
etnia existe y opera en todos los renglones de la vida, o sea, alcanza al
hombre en sus actuaciones más profundas como persona y en las más amplias como poder
político”. Lo étnico como sinónimo de identidad, como aquello que fragua y es
fraguado en la interrelación con los demás, como el elemento constante e
integrador del hombre.
Si la etnia es la que
opera en todas las actuaciones del hombre, quiere decir que hay algo que es
innegable; y es que a pesar de todas las formas de esclavitud y exterminio por
los que hayan pasado los pueblos originarios, estos no han perdido su “esencia”.
De algún modo esto es consolador, pero aterrador a la vez. Pues por más que se
quiera buscar esa esencia y quererla ver cómo era hace seis siglos, no se podrá
a simple vista, no obstante, los rasgos de ella se notarán según Gallo, (1996) en el accionar del individuo dentro de la sociedad. La huella que deje este accionar, será un
rasgo de la etnia.
Los brotes
Hasta el momento en este
trabajo se ha valorado que la identidad del nativo se fue construyendo, cómo lo
esencial o lo étnico; lo que no se pierde a lo largo del tiempo, en la medida
en que se interactúa dentro de la sociedad y cómo estos elementos constituyen algo
inherente al hombre y mujer de hoy. Pero ¿qué elementos de integración se ven
hoy en día? ¿es posible que el indígena guatemalteco vea con esperanza el ser
indio? ¿es importante para el guatemalteco defender y promover su cultura? ¿cuál
es el mayor obstáculo para esa integración hoy? Se pueden elaborar estas y
muchas más preguntas, y las respuestas de estas no serán tan alentadoras, en
especial por que el indígena guatemalteco como cualquier otro indígena en
América se ve fuertemente asediado por el estigma social, la mirada
discriminatoria y el poco valor que se le da a su cultura y esto a su vez le
genera en la mayoría de las veces; vergüenza y deseos de abandonar sus raíces.
Además, se tiene el prejuicio de que la práctica de la cultura es poco rentable
o aceptada socialmente. Por ejemplo, para tener un trabajo promedio se debe al
menos saber español o inglés, las lenguas originarias no son requisito para
trabajar en la ciudad, si se sabe, que bueno, pero no le sirve al patrono.
En este aspecto, los
pueblos originarios de Guatemala no han tenido una tarea fácil y se han visto obligados a reconocer que ellos son con otros (ladinos), pues solo desde la integración se
ha logrado mayor agencia, mayor promoción y la búsqueda de formas viables para
la construcción de un futuro mejor. Es inspirador ver cómo en Guatemala ha
habido tantas personas que han luchado por la transformación de la sociedad
desde diferentes trincheras, solo por mencionar a algunos: Gregorio Yujá Xoná (líder
campesino), Rigoberta Menchu (promotora de la justicia social), María Jacinta
Xón Riquiac (antropóloga maya quiché), entre otros muchos, escritores, periodistas,
estudiantes, obreros y campesinos. No hay que olvidar, la organización de
los 48 cantones que tanta fuerza tiene en este país centroamericano.
Esto indica que poco a
poco este pueblo va tomando conciencia de lo que es, va aceptando sus raíces que
a lo mejor por sí mismos ya eran aceptadas pero que para el resto del mundo
eran indicio de delito o motivo de discriminación. Lo importante acá es que estos
pueblos no decaigan en la lucha y que a pesar de todas las influencias y
presiones que sufran por medio de la globalización presente en todos los
aspectos de la vida, ellos sigan firmes en su cultura.
Conclusión
Se puede concluir que, a
pesar de todas las contrariedades que han sufrido los pueblos originarios en
América, pero en especial en Guatemala; estos aún conserven
los elementos que le dan un carácter identitario como pueblos autóctonos y guatemaltecos en general. Además, se
pudo encontrar que ya hay caminos de integración, pues los pueblos indígenas van
generando agencia, desde sus diferentes formas de entender el mundo, y esto les
va generando espacios de participación que les devuelve la dignidad atropellada,
pues ahora son escuchados, tomados en cuenta y poco a poco se van involucrando
en las esferas de la vida social del país, haciendo presente su etnia y autenticidad en medio de un mundo plural.
Referencias
Césaire,
A. (2006). Discurso sobre el colonialismo, Discurso sobre la negritud,
Discurso sobre el colonialismo. Akal. pp. 13-43, 85-91.
Dávila,
A. (2023). La «cuestión étnica» según tres filósofos guatemaltecos: Antonio
Gallo, Mario Payeras y Mario Roberto Morales”, en Castro, F. (coord..),
Fronteras del pensamiento y actualidad en Latinoamérica. Universidad Iberoamericana. pp. 168-190.
Echeverría,
B. (2013). La dimensión cultural de la vida social, La identidad, lo
político y la cultura, Definición de la cultura. FCE. pp. 17-40, 149-171.
Guzmán
Böcker, C. (2009). El nacimiento de la situación colonial, Los colonialismos
interno y externo en la Guatemala de hoy, Guzmán Böcker, y J.-L. Herbert,
Guatemala: una interpretación histórico-social. Mayagráfica. pp. 33-50,
165-190.
Martínez
Peláez, S. (1994). El problema del indio, La cuestión de la cultura del
indio, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial
guatemalteca. Ediciones en marcha. pp. 565-570, 594-618.

Buena reflexión global basada en ideas escogidas de algunos textos discutidos en la última etapa del curso.
ResponderEliminarMe intriga que digás que el eurocentrismo es un rasgo identitario que no hay que rechazar. No sé si habrás querido decir que no podemos rechazar la herencia europea en términos generales, pero dudo que la arrogancia eurocéntrica sea un rasgo que valga la pena conservar.
Más importante y central es la apelación a la integración. Sería bueno pensar más detenidamente el asunto. ¿A qué se le llama "integración"? Cuando decís que los indígenas "se han visto obligados a reconocer que ellos son con otros (ladinos), pues solo desde la integración se ha logrado mayor agencia" parece que insinuaras que los indígenas deben agradecer las agresiones ladinas (¿y qué hay de las criollas o las españolas?) puesto que ser explotados y maltratados por estos les ha permitido conquistar una mayor agencia... Por otro lado, hablás de caminos ya establecidos de integración y agencia "desde sus diferentes formas de entender el mundo", por lo que entonces no ha sido tan importante la interrelación con los ladinos...