La reforma agraria y el problema del indio

 

Dijo Mariátegui que el problema del indio tiene sus raíces en la distribución de las tierras, y aunque es cierto que es ahí, en el desplazamiento y la invasión, que comienzan los siglos de problemas, paradójicamente devolver estas tierras nunca ha sido y nunca será suficiente para solucionarlos.

Solo se encuentra un razonamiento verdadero de este problema cuando se busca “en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de las razas, ni en sus condiciones culturales y morales.”[1]

“El problema del indio” ya no afecta solamente a una población exclusivamente indígena, la pobreza, el hambre, la insalubridad se han colado también en la población indígena-ladinizada que se encuentra aún más afectada por ello al no tener un sentido de comunidad ni una identidad fija a la cual conectarse. La tierra no es solamente terreno, no es solamente espacio para sembrar, es espacio para vivir.

En esos sembradíos hay historia y tradición, hay plantas medicinales, hay comida para nutrirse, para ser mas fuerte, para compartir en familia, hay espacio para que jueguen los niños, para tener mascotas, para tomar el sol, para tener conversaciones, para construir, para dormir, para ver la luna, para vivir; no se reduce a la siembra ni mucho menos a como la agricultura puede mover la economía.

Devolver tierras con propósitos agrícolas como lo hizo Árbenz Guzmán en la reforma agraria me parece que tiene un tinte divisorio que excluye al indígena de “la industria” y la vida urbana aislándolo aún más de la estructura social ladina que rige el país.

Esto no quiere decir que la extensión física del terreno no sea de suma importancia, lo vemos por ejemplo con Palestina, una nación con un sentido de identidad bien establecido, costumbres, idioma, bandera que está sufriendo hoy día porque les están quitando su espacio, y con el espacio se están perdiendo vidas e historias.

Cabe recordar también que la reforma agraria guatemalteca responde a peticiones de la revolución del 20 de octubre de 1944, y su enfoque, como lo dice textualmente en sus considerandos, no tiene ningún sesgo racial, sino que se dirige puramente por motivaciones económicas y de desarrollo.

“Uno de los objetivos fundamentales de la Revolución de Octubre, es la necesidad de realizar un cambio de sustancia en las relaciones de propiedad y en el de las formas de explotación de la tierra, como una medida para superar el atraso económico de Guatemala y mejorar sensiblemente el nivel de vida de las grandes masas de la población” [2]

Otras de las directrices de esta ley incluyen “facilitar la inversión de nuevos capitales”, “incrementar el crédito agrícola”, lo cual como conjunto llevó a esta ley a ser una medida bastante celebrada en su momento, viendo la situación actual, no se puede evitar encontrar cierta amargura al considerarla como LA medida excepcional y absoluta que pudo haber, de una vez por todas, salvado al país.

Sabemos que Árbenz quiso (y tal vez pudo) hacer más. Pero la reforma no se topó solo con problemas logísticos, su principal problema fue la violenta resistencia por parte de las fruteras y los monopolios a quienes afectaba, llevándolo a renunciar a la presidencia y tintando su mandato de sangre.

Es una pena en realidad que la reforma agraria se considere como un hito de la administración guatemalteca y que no se haya usado su impulso para así implementar más medidas que la complementaran, la reforma no era más que un inicio que ahora es un fantasma desaprovechado de la esperanza del desarrollo, el problema del indio inicio con la tierra, pero se ha expandido e impregnado en absolutamente todo lo que nos rodea. El problema del indio ya no es agrícola, es social; y no es el problema “del indio”, es un problema nacional de integración.



[1] Mariátegui, J. C., Quijano, A., & Garrels, E. (2007). Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.

[2] Considerando 1. Decreto número 900; (1952), congreso de Guatemala

Comentarios

  1. Interesante reactualización del llamado "problema del indio" como problema de tierra, al estilo Mariétegui. Pero también ya otro problema crecido, más general, no sólo de indígenas.

    ¿No hay contradicción al afirmar que la reforma agraria de Árbenz tenía un tinte segregacionista, toda vez que excluía al indígena de la industria (casi ninguna en la aquella época) y de la vida urbana (muy reducida también en ese tiempo), pero luego sostener que bien podría considerársele "LA medida excepcional y absoluta que pudo haber, de una vez por todas, salvado al país"?

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