Reflexiones sobre el Aprendizaje de Lenguas Mayas en Guatemala
Reflexiones sobre el Aprendizaje de Lenguas Mayas en Guatemala
Cuando tenía 15 años, decidí
aprender un nuevo idioma por motivos académicos. En El Roble, donde estudiaba,
uno podía elegir su pensum, es decir, no todas las clases eran obligatorias.
Recuerdo que en las materias del grupo 6 estaban: alemán, historia, arte y
empresas. El nivel que solicitaban para alemán era B1, no tan alto, por así
decirlo. Así que decidí estudiarlo en CALUSAC.
El día de las inscripciones había
una fila interminable para inglés, pero para otros idiomas estaba más
aceptable. Sin embargo, para lenguas nativas (achí, kaqchikel, k'iche' y
q'eqchi') estaba vacía. Un inscriptor salió con las boletas en mano para promocionar
los idiomas mayas, pero en su fútil esfuerzo sobresalía un sentimiento de
patetismo. Recuerdo cuando gritó: «Cuando se trata de lenguas extranjeras, sí
que les da por estudiar». Regresó al edificio y no volvió a salir.
Cuando revisé el precio de los
cursos de idiomas extranjeros, eran más caros que los de idiomas mayas. Si
siguiéramos la ley de oferta y demanda, este hecho resulta paradójico. Debido a
la poca población que busca estudiar un idioma maya, es decir, la poca demanda,
el precio debería ser más elevado; y viceversa, debido a la gran cantidad de
personas que estudian inglés, este debería ser más económico.
Por otro lado, aunque no se
menciona en la página web (por razones obvias), otro motivo por el que el
precio es más bajo es que funciona como incentivo para que más personas se
animen a estudiar estos idiomas. Esto es así porque los cursos deben llegar a
cierta cantidad de estudiantes y, de no hacerlo, no se imparten. Esta
incertidumbre compromete tanto a los catedráticos en su contratación como a las
futuras imparticiones de la materia.
No obstante, pienso que existe
otra explicación para estos precios: el desprecio social hacia ciertos idiomas,
no solo ello, sino hacia las culturas mayas en general. En síntesis: racismo.
La pregunta que surge es: ¿cómo fomentar una cultura que no es deseada, pero
que, sin embargo, sigue presente?
El Mineduc y las Academias de
Lenguas Mayas han intentado (aunque mediocremente) promover las lenguas mayas,
garífuna y xinca. «Dentro de las principales actividades a desarrollar figura
la promoción social de los idiomas mayas, el fortalecimiento de las capacidades
docentes en apoyo a la educación bilingüe intercultural, y la estandarización y
normalización lingüística» (MINEDUC, 2019).
También vale mencionar la Ley de
Idiomas Nacionales:
«CONSIDERANDO:
Que el Decreto Número 65-90, Ley de la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala,
establece la promoción, el conocimiento y la difusión de las lenguas mayas y
ordena la investigación, planificación y ejecución de proyectos para tal fin,
por lo que el Estado y sus instituciones deben apoyar y hacer realidad esos
esfuerzos» (ALMG, 2003).
A pesar de ello, dejando de lado
la prevalencia de una perspectiva negativa hacia las lenguas mayas, se necesita
de un cuerpo docente preparado para impartir dichas materias. En otras
palabras, no cualquiera puede enseñar un idioma; se requiere no solo conocer el
idioma, sino también dominar estrategias pedagógicas que logren cumplir los
objetivos de aprendizaje.
Además, se necesita la
colaboración de los estudiantes. Sin una motivación previa, el curso será
tedioso y nadie querrá tomarlo. Si uno les pregunta a los estudiantes qué
opinan de recibir una lengua maya como materia escolar, se escuchan comentarios
como: «¿Cuándo hablaré en kaqchikel, solo con las tortilleras?» o «Mejor
deberían enseñarnos bien inglés porque las empresas ahora piden eso como
mínimo» o «¿Para qué aprender kaqchikel si no soy indio?».
Por otro lado, debido al
mestizaje y la ladinización de la población, realmente no hay una sensación de
orgullo por la identidad maya. Es decir, no se considera admirable sentirse
orgulloso de tener sangre indígena. Además, siendo justos, las personas ladinizadas tampoco
han sido inmersas en culturas mayas; simplemente, no conocen la tradición ni la
cotidianidad maya. Lo conocen de lejos, por noticias, rumores o redes sociales,
pero no forman parte del colectivo cultural.
Al mismo tiempo, es evidente que
en Guatemala se privilegia el español sobre las lenguas mayas. Esto perpetúa la
idea de que el español es superior o más valioso que las lenguas mayas.
Asimismo, sucede con lenguas extranjeras, en particular con el inglés. Existe
un incentivo económico para el aprendizaje de esta lengua, pero también hablar
lenguas extranjeras genera una jerarquía social discriminativa. Tanto es así
que, si una persona menciona que sabe algún idioma maya, se le considera que su
familia es indígena. Esta perspectiva hace que los idiomas de las comunidades
indígenas sean vistos con menor prestigio, lo que dificulta la trascendencia,
enseñanza y valorización de las mismas.
Así pues, se entra en una
problemática difícil de resolver: primero, no hay un cuerpo docente calificado;
segundo, no existen deseos de aprender por parte de los estudiantes; tercero,
está el peso de que dicha materia es obligatoria por las políticas del Mineduc;
cuarto, los estudiantes no entienden por qué es importante que la tradición
maya prevalezca; y quinto, se privilegia el español y las lenguas extranjeras.
Finalmente, quisiera mencionar
una anécdota un poco graciosa sobre mi aprendizaje de alemán. Mi madre era
auditora para la elaboración de una ley junto al MAGA, promovida por la Unión
Europea. En ella, conoció a un belga llamado Harry. Debido a los conflictos
sociales e históricos con los alemanes, él detestaba profundamente a los
germanos.
En un almuerzo, mi madre le
comentó que yo estaba estudiando alemán. Harry, molesto, enfurecido y hasta
indignado, le contestó:
—¡Es mejor que aprenda quiché!
¡Eso sí que es cultura! ¡No como esa porquería de alemán!
¡Imagínense a un europeo diciendo
que los idiomas mayas son superiores a sus lenguas! ¡Fue revolucionario! Era la
primera vez que veía que alguien defendiera un idioma maya de esa manera. No
solo eso, sino que lo posicionó por encima del alemán.
Sinceramente, en aquella época,
no me interesaba tal anécdota. Ahora, que soy adulto, me parece casi poética.
Lamentablemente, nunca pude aprender un idioma maya, pero no niego que estoy
tentado a hacerlo, no para presumir una medallita de «mírenme no soy racista, yo aprendí un
idioma maya», sino solo por curiosidad y por sentir la experiencia del proceso.
Algo así como si quisiera aprender a tocar el saxofón.
Curiosamente, Harry se casó por
segunda vez, a sus 65 años, con una mujer indígena de 18 años de El Salvador.
Ella trabajaba en una pupusería enfrente del hotel donde él se hospedaba. Una
vez casados, él la inscribió para terminar su bachillerato y aprender inglés.
Era como un matrimonio-beca, si lo analizamos. Harry murió en 2021 de COVID-19
a los 68 años.
Bibliografía
ALMG. (2003). Decreto Nº 19 de Mayo 7 de 2003 - Ley
de idiomas nacionales. Obtenido de ACNUR:
https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2008/6731.pdf
CALUSAC. (s.f.). Cuotas
CALUSAC. Obtenido de CALUSAC:
https://calusacusac.usac.edu.gt/index.php/cuotas/
MINEDUC. (2019). Mineduc
y Academia de Lenguas Mayas fortalecen la educación bilingüe. Ciudad
Guatemala:
https://www.facebook.com/notes/412196539768576/?paipv=0&eav=AfZcPfoeloSLzhDFn6xr1ri-S5sq3fE1q-WdqiIub6BOoKzfOj46MswBVfhDM5e5Oa0.
Interesante reflexión autobiográfica. Hubiera sido genial si hubieras intentado conectar con ideas estudiadas en la última parte del curso. ¿Qué pensarían Severo Martínez o Guzmán Böckler sobre la oferta medio fracasada de idiomas mayas en la USAC? ¿Qué opinarían Echeverría, Payeras, Gallo o Morales de ello, o de los esfuerzos por reivindicar idiomas y culturas mayas hoy en día, especialemente entre la población mestiza-ladina?
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